de la mano de Cris Pestana
Como profesionales sanitarios que necesitan estar totalmente concentrados en un sinfín de tareas, tendemos a someter a nuestro cerebro analítico a un exceso de actividad que, a menudo, acaba por llevar nuestro cuerpo y nuestra mente al límite. ¿Cómo podemos cambiar este uso desmedido de nuestras capacidades para conseguir un equilibrio más armónico y consciente? Las posturas o asanas ayudan a cuidar el cuerpo, la meditación a cuidar la mente y el control de la respiración a conectar ambas herramientas.
Nuestra profesión está pensada para «tirar para adelante» pase lo que pase
Podemos pasar horas totalmente concentrados en una operación de cálculos de vesícula o en la extracción de un cuerpo extraño con endoscopio y ni siquiera ser conscientes de nuestro propio cuerpo, que está funcionando a base de adrenalina porque lo único que importa en ese momento es que el paciente sobreviva.
También podemos estar inclinados sobre nuestras rodillas comprobando las constantes de un paciente con epilepsia durante el tiempo que haga falta, o incluso pasar más de 8 horas cambiando a toda prisa entre consulta y consulta, subiendo una y otra vez las mismas escaleras o levantando pesos desde el suelo hasta la mesa docenas de veces.
Tanto si trabajamos con animales de compañía como si nuestra especialidad son los animales de ganado, nos han entrenado para que siempre pongamos la atención hacia fuera, es decir, hacia los pacientes, los clientes y los compañeros. Sin embargo, tarde o temprano esta falta de autoconciencia terminará por afectar a nuestra productividad, motivación, estado de salud, felicidad y esperanza de vida.
Ahí es donde entra en juego el yoga. Una disciplina que, a pesar de lo que algunas personas puedan creer, es mucho más que un conjunto de poses imposibles.
A pesar de que el yoga tradicional consta de ocho ramas, la disciplina más ancestral habla de tres elementos diferentes: Asana (la práctica regular y el perfeccionamiento de las posturas), Pranayama (el control de la respiración) y Dhyana (la meditación).
Los asanas pueden ser estáticos o dinámicos (con fluidez y movimiento) y su objetivo principal es fortalecer el cuerpo y mejorar su elasticidad. Sus efectos son visibles a nivel de postura general, eficiencia muscular, aspecto, movilidad y ausencia de dolor. Suena bien, ¿verdad? Sin embargo, las posturas en sí no difieren demasiado de las que podemos encontrar en otros deportes.
Además, lo cierto es que muchas escuelas donde se imparten clases de yoga no enseñan meditación. Por otro lado, las instituciones que sí enseñan técnicas de meditación (meditación budista, Vipassana o la moderna disciplina del mindfulness) no integran la parte física del yoga ni el control efectivo de la respiración. En resumidas cuentas, te puedo garantizar que he experimentado en primera persona los grandes y transformadores beneficios que reporta la combinación de los tres elementos.
Iniciación al yoga: pasos pequeños, pero firmes
Sé que no resulta fácil comprometerse a practicar yoga a diario, especialmente después de un turno de 12 horas o de haber dormido apenas 4 horas un día de guardia. No te presiones ni te culpabilices por saltarte una o varias sesiones de yoga. Puedes ir poco a poco, paso a paso, postura a postura, y empezar dedicándole diez minutos al día para ir añadiendo cada vez un poco más. Como dijo el gran maestro K. Pattabhi Jois: «Las cosas se consiguen despacio y de una en una».
Si deseas empezar en el mundo del yoga y notar una diferencia real, mi consejo es que trates de integrar una pequeña sesión en tu rutina e identificar qué momento te viene mejor para ponerla en práctica. Eso sí, la constancia es muy importante, ya que te permitirá involucrarte de la mejor forma posible en un proceso de aprendizaje que te enseñará a sincronizar tu movimiento y tu respiración. A continuación, puedes incorporar el control de tu ritmo respiratorio y tus constantes vitales a través de las técnicas del Pranayama para favorecer la desintoxicación y el bienestar corporal.
Por último, con un poco de autodisciplina y una autoconciencia más entrenada, podrás iniciarte en el mundo de la meditación. No te pierdas nuestro pódcast sobre los descubrimientos científicos relacionados con la meditación y la explicación de la técnica paso a paso aquí.
Si crees que ha llegado el momento de empezar a practicar yoga, asegúrate de hacerlo poco a poco y de forma constante. Aprovecha las posturas para cuidar tu cuerpo, la meditación para cuidar tu mente y el control de la respiración para conectar los dos primeros. De esta forma, conseguirás gestionar cualquier situación que se te presente como lo haría un buen yogi: desde la presencia, la calma y la bondad. ¡Namasté!
Cris
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