A veces te preguntas por qué algunos compañeros parecen llevar mejor ciertas situaciones difíciles que tú. ¿Quizá son más insensibles? ¿O es que quizá han aprendido a gestionar estas situaciones para que no les afecten tanto emocionalmente? Descubre cómo aumentar tu resiliencia para mejorar la gestión de las emociones y la respuesta al estrés.
¿Qué es una persona resiliente?
La Asociación Estadounidense de Psicología define la resiliencia como “el proceso de adaptarse bien frente a la adversidad, el trauma, la tragedia, las amenazas o las fuentes significativas de estrés”.
Probablemente lees esta definición y piensas de inmediato en desastres naturales o conflictos armados. Sin embargo, no hace falta experimentar estas situaciones límite para sentirte afectado, ¿verdad?
La práctica veterinaria también es dura emocionalmente. Como profesionales, lidiamos con la responsabilidad acumulativa de decisión tras decisión con un alto nivel de autoexigencia psíquica y física y no siempre esa entrega se ve reconocida o recompensada. Lidiamos a menudo con la muerte y el duelo de las familias. Sentimos impotencia por no poder hacer nada más por nuestro paciente o cuando las familias no se lo pueden permitir. A veces vemos morir a animales demasiado jóvenes. Asistimos a animales maltratados, objeto de negligencia o abandonados.
Está bien que te sientas triste a veces a lo largo de la semana laboral o llores ante la pérdida de algún paciente. Es sano y muy humano. La cuestión es cómo lo superas. Puedes abandonarte a estas emociones y dejar que te afecten o bien integrarlas como parte de tu vida y tu trabajo. La buena noticia es que la resiliencia se puede aprender.
La práctica veterinaria es dura emocionalmente. Resiliencia es aprender a adaptarse a la variedad de situaciones que vivimos diariamente e integrarlas como parte de la profesión.
Cómo aprender a ser un vet worker resiliente
1. Valora los hechos en perspectiva.
Los hechos son los que son y no los puedes cambiar. Sin embargo, puedes cambiar la forma de interpretarlos y responder a ellos.
Por ejemplo, la manera en que afrontas un caso que ha ido mal en un contexto familiar complicado. Es muy humano y demuestra una gran sensibilidad sentir que es injusto, llegar a pensar que quizá no has hecho suficiente y sentirte responsable en parte.
O puedes enfocarlo de manera más racional: has hecho todo lo que buenamente podías hacer con las cartas que tenías y aceptas que a veces se gana la partida a la enfermedad y otras no. Aceptar que estos retos son parte inherente de la profesión te ayudará a adoptar patrones de pensamiento más equilibrados y realistas.
2. Acepta los cambios como parte de la vida.
A veces tenemos metas profesionales y sueños que pueden torcerse por las circunstancias de la vida. Si no puedes cambiarlo, acéptalo y concéntrate en aquellas cosas que sí puedes cambiar.
3. Aprende a ser más positivo.
Es difícil ser optimista cuando todo se complica pero no pierdas la esperanza de que pueden suceder también cosas buenas. Está comprobado que la mayoría de veces nos angustiamos por hechos del futuro que probablemente nunca van a suceder. Visualiza lo que quieres lograr en lugar de preocuparte por todos los ¿Y si…..?
4. Aprende de tu experiencia pasada.
Recuerda qué hiciste o a quién recurriste para encontrar la fuerza necesaria para vencer alguna situación difícil de tu pasado y pregúntate qué has aprendido de esas experiencias.
A menudo, pasar por situaciones vitales difíciles conlleva una sensación de fortalecimiento personal. Estas situaciones pueden mejorar nuestra autoestima y podemos aprender a apreciar aspectos de la vida a los que antes no prestábamos atención o no nos parábamos a analizar.
Los hechos son los que son y no los puedes cambiar. Sin embargo, puedes cambiar la forma de interpretarlos y responder a ellos.
5. Sé proactivo.
Es positivo reconocer y aceptar las emociones, pero también es importante conocerte a ti mismo preguntándote lo que puedes hacer con el problema al que te enfrentas. Si es demasiado grande, aprende a dividirlo en partes más manejables.
Actúa en la medida que puedas sobre las situaciones adversas para tratar de cambiar su rumbo, en vez de evitarlas y confiar en que se resolverán solas. Pero si de vez en cuando puedes elegir o facilitar otro camino menos complicado emocionalmente, protégete y hazlo.
6. Cuida tus relaciones personales
Las buenas relaciones familiares y sociales son una excelente fuente para obtener y aceptar ayuda y apoyo, potenciando la resiliencia. También nos dará la oportunidad de ayudar a otros, algo que mejorará nuestro bienestar personal.
7. Otras formas útiles de potenciar la resiliencia
- A algunas personas les ayuda escribir sus pensamientos y sentimientos más profundos relacionados con las situaciones que han vivido y les angustian emocionalmente. Reflexiona sobre los aspectos positivos de tu vida y tu profesión y recuerda las cosas por las que estás agradecido.
- La meditación, el yoga o las prácticas espirituales también pueden ayudar.
- El autocuidado es también una práctica muy útil para la salud mental y el desarrollo de la resiliencia, ya que el estrés afecta tanto física como emocionalmente: come adecuadamente, duerme bien, hidrátate y practica un ejercicio regular para fortalecer el cuerpo.
Para muchas personas, tomar las riendas y aprender los recursos citados en este artículo puede ser suficiente para desarrollar su resiliencia. Si crees que estás atascado o tienes dificultades, no dudes en contactar con algún psicólogo que te ayude a establecer una estrategia adecuada para seguir adelante.
Referencias
- Southwick, Steven M et al. “Resilience definitions, theory, and challenges: interdisciplinary perspectives.” European journal of psychotraumatology vol. 5 10.3402/ejpt.v5.25338. 1 Oct. 2014, doi:10.3402/ejpt.v5.25338
- American Psychological Association. The Road to Resilience. https://uncw.edu/studentaffairs/committees/pdc/documents/the%20road%20to%20resilience.pdf
- American Psychological Association. Building your resilience. https://www.apa.org/topics/resilience/building-your-resilience