La mayoría de nosotros somos veterinarios o auxiliares no solo por el reto que nos plantea la medicina sino también porque somos “cuidadores naturales”. La combinación de las habilidades emocionales y conocimientos científicos es lo que más valoran los clientes de la atención recibida en las Clínicas y Hospitales veterinarios. Sin embargo, los veterinarios y ATV a veces no son conscientes de los peligros de apoyar emocionalmente a los demás, en especial cuando se trata de la muerte de los pacientes. Si no se cuidan a sí mismos, corren un alto riesgo de agotamiento emocional, es decir, de Fatiga por Compasión.
En la profesión veterinaria se camina constantemente en la fina línea entre la vida y la muerte. Las batallas no siempre se ganan y esto representa una gran carga emocional, especialmente para el veterinario, que puede llegar a culpabilizarse por la pérdida.
No sorprende pues que los veterinarios a menudo luchen con problemas de salud mental relacionados con las muertes de los pacientes, especialmente con su papel destacado en la eutanasia. Estos sentimientos pueden agudizarse cuando la relación con el paciente se ha extendido durante muchos años. El profesional que ha visto crecer a una mascota desde la primera vacuna de cachorro hasta la edad adulta y ha visto llegar los achaques de la vejez, sin duda, pierde una relación y un ser muy querido.
El grado de relación que establece el tutor con la mascota agrava el manejo de la situación. Diversos estudios han establecido el grado de implicación emocional que tienen las mascotas en el seno de las familias. Para muchas personas, el perro o el gato son como sus hijos pequeños y esto sitúa al veterinario y a la ATV al nivel emocional de la Pediatría.
La dicotomía entre la profesión veterinaria y las emociones
Aunque la formación médica te protege en cierto modo de perderte en tus emociones con una barrera de objetividad, rigor y racionalidad, la realidad es que como veterinario debes gestionar el duelo de los demás y el duelo que sientes por los pacientes.
Por un lado puedes sentir que necesitas ser “fuerte para el cliente” y en consecuencia, no expresar tus emociones. Eso es muy importante en la relación médico-paciente, pero en especial en los momentos críticos que rodean a su muerte.
El papel del veterinario es darle seguridad al cliente durante todo el proceso, desde el momento en que se valora la opción de la eutanasia hasta las fases más tardías del duelo en sí. Sería inapropiado ser demasiado emocional o perder la objetividad.
Pero al mismo tiempo, como profesional debes ser honesto contigo mismo y con tus sentimientos, quizá no en presencia del cliente pero sí al final del día. Por mucho que intentes distanciarte de lo que ocurre en la sala de eutanasia, solo eres humano. Y está bien.
Cómo se manifiesta el duelo y cómo superarlo
Cada vez que se atiende a un animal de compañía y este muere o se le practica la eutanasia, se debe considerar como un momento crítico en términos de Fatiga por Compasión. Estos incidentes críticos tienen un impacto acumulativo que se pueden agravar si no se gestionan de alguna manera.
Como veterinario(a) y ATV debes ser consciente de esta carga emocional para detectar el grado de afectación del caso. Las manifestaciones de esta carga emocional pueden incluir llanto, trastornos del sueño, perder el apetito, distanciamiento emocional en casos similares futuros, negación, confusión, incapacidad para concentrarte, necesidad de recordar la pérdida, tristeza, ira, depresión, dudas, retraimiento, sensación de agobio, rechazo o incluso dudas sobre uno mismo.
El duelo puede afectar de diferentes maneras a varios miembros del equipo que han cuidado al paciente.
Es importante que todos tengáis la oportunidad de compartir juntos estos sentimientos y reconocer si realmente estáis afligidos.
Cuanto más profundo es el vínculo entre el tutor y su mascota y del tutor con el equipo clínico, más necesidad hay de brindar apoyo emocional por parte del staff. Estas interacciones cargadas de emociones día tras día pueden dejar al equipo exhausto emocionalmente.
¿Qué puedes hacer personalmente para minimizar el impacto emocional de la muerte y la eutanasia?
Asume la realidad de que no puedes ser compasivo sin que te afecte emocionalmente. No es una debilidad, sino una realidad muy humana. Pero el hecho de dar constantemente puede dejarte vacío. Por tanto, debes adoptar un plan que reponga tus reservas emocionales.
Encuentra alguien del trabajo de confianza con quien hablar de estos sentimientos y compartir tu angustia. Estableced turnos para escucharos mutuamente y apoyaros en los casos difíciles.
Establece una atmósfera en el sitio de trabajo que acepte el impacto que la muerte del paciente y la eutanasia puede tener en todo el personal. Animaros a respetar esta realidad y a brindaros apoyo mutuo.
Establece límites realistas en tu trabajo para asegurarte de tener momentos para escapar y recuperarte. Las relaciones sociales, los hobbies o los deportes son muy beneficiosos para desconectar.
La pérdida, la tristeza, el duelo y la duda son parte de la vida de un veterinario o ATV compasivo.
Desarrollar un estilo de vida y un tipo de entorno en la clínica que amortigüe el impacto de estas emociones es clave para una vida profesional y personal saludable.
¿Qué acciones se pueden llevar a cabo en la Clínica para ayudar al equipo a mantenerse emocionalmente fuerte?
Cuando se plantea la eutanasia a un paciente terminal, se pueden establecer una serie de acciones para aliviar el estrés emocional del equipo.
- Ver la eutanasia como sinónimo de dar un final más digno a ese animal y no como un fracaso.
- Tener un protocolo de eutanasias que minimice los recuerdos negativos asociados a ese acto y que sea lo más respetuoso y empático posible para el animal, para sus cuidadores y también para el staff.
- Informar a todo el personal involucrado en su cuidado que se plantea la eutanasia.
- Dar la oportunidad de despedirse del animal al personal que lo desee e incluso de consolar a la familia de la forma que prefieran.
- Permitir que el personal prepare tarjetas de condolencia a la familia o dejar que preparen algún recuerdo para el tutor del animal.
- Analizar después todo el caso con el equipo, reflexionando entre todos sobre lo que se hizo bien y lo que se podría haber mejorado. Daros apoyo mutuo sin juzgar las reacciones de los demás.
- Aceptar que cada persona puede tener reacciones diferentes: tristeza, alivio o enojo.
- Elogiar a todo el staff por sus esfuerzos en el cuidado del paciente y del cliente implicado.
- Reflexionar entre todo el equipo sobre todo lo que se ha aprendido del caso y lo especial de la relación con aquel cliente y su mascota, si procede.
La Fatiga por Compasión puede ser uno de los factores desencadenantes del Burnout y suele estar infradiagnosticada. En el artículo Fatiga por compasión en Vets y ATV’s: identifica los síntomas y aprende a protegerte encontrarás toda la información relativa a este tipo de emotional distress que ha llevado a muchos profesionales a abandonar la profesión.
Para los managers de los centros veterinarios hemos preparado el test de Fatiga por Compasión. Es una herramienta de gran utilidad para poder evaluar el grado de agotamiento físico y mental del staff. Te animamos a leer el artículo Herramientas de evaluación del síndrome de Fatiga por Compasión para responsables de centros veterinarios . Descarga esta valiosa herramienta para tomar medidas a fin de mejorar la salud mental de tu equipo. Está disponible en inglés, portugués, español, polaco, italiano, francés y alemán.