Cuando hablamos del desarrollo de la vida de las personas, normalmente se diferencian dos esferas principales y complementarias. Por un lado está la esfera pública, que es aquella en la que se encuentran tanto las relaciones con compañeros de trabajo, clientes y personas desconocidas como los lugares en los que estas se llevan a cabo. Por otro, la esfera privada es aquella en la que establecemos vínculos con nuestros familiares, nuestras amistades más próximas y los espacios que consideramos íntimos. En una profesión como la nuestra, que requiere una gran implicación personal, resulta muy complicado pasar de una a otra y crear un buen equilibrio entre la vida privada y la laboral que contribuya a promover nuestro bienestar.