Ahora que ya vas a lavarte las manos y a quitarte el gorro, puedes empezar a pensar en otras cosas. Bastante has tenido con preocuparte de la camada que has traído al mundo este mediodía en una cesárea de urgencia y que, cómo no, surgió de forma repentina tras una larga cirugía que te llevó toda la mañana. La adopción de malas posturas durante periodos de tiempo prolongados, el hecho de cargar con todo el peso de los pacientes anestesiados, la tensión corporal continua, etc., pueden generar sensación de rigidez y hormigueo en ciertos músculos y, a largo plazo, podrían desencadenar lesiones más severas. Busca un lugar con luz tenue (como la sala de radiografías o de ecografías, por ejemplo) y cierra los ojos un momento. Si todavía te sientes con un elevado nivel de agitación, prueba a hacer primero los ejercicios de la sección «Yoga en la Clínica» para relajarte. Es posible que sientas pesadez en el cuerpo, así que busca una silla cómoda y siéntate en ella. También puedes disfrutar de unos minutos de aire libre para sentir el sol en la cara unos instantes. Por último, no te olvides de alimentarte correctamente y beber suficiente agua.
Categorías: Yoga en la clínica, Yoga para vetes
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