El oído y el olfato son quizá los sentidos más agredidos en los centros veterinarios. Nuestra profesión debe convivir con los ruidos que generan personas y animales y acostumbrarse a los distintos olores de la práctica veterinaria. Esta contaminación acústica y olfativa repercute en nuestro sistema nervioso, generando estrés. En este artículo te damos soluciones para mejorar esta situación.
El ruido en las clínicas veterinarias y su relación con el estrés
Estamos tan acostumbrados a trabajar con ladridos, aullidos y conversaciones cruzadas que cuando ningún perro “da la lata” después de una anestesia nos da la sensación de estar en el cielo.
Sin ser conscientes, el ruido permanente impide la concentración y aumenta el estrés. El sobresfuerzo psicológico que hemos de realizar es tremendo y acaba agotando nuestra energía. Podríamos definirlo como contaminación acústica: una acumulación simultánea de sonidos ordinarios en un área determinada, generando un efecto de conjunto excesivo y agobiante.
El nivel permanente de ruido limita la concentración y aumenta el estrés. Los sonidos de la naturaleza o la música suave regulan positivamente nuestro estado de ánimo.
Por el contrario, los sonidos de la naturaleza o la música suave regulan también nuestro estado de ánimo y promueven la salud física y el bienestar psicológico.
Los efectos de la música en nuestro cuerpo
Esta relación tan estrecha entre la música y el cerebro ha sido ampliamente estudiada por la Psicobiología. Cada vez hay más evidencias científicas de que la música activa las áreas cerebrales del placer, regula el estrés, potencia el sistema inmunológico y la cohesión social.
El placer musical tiene propiedades euforizantes y analgésicas, ya que activa las áreas dopaminérgicas mesolímbicas y mesocorticales –igual que los dulces o el sexo 😉 – y las zonas mesencefálicas que provocan la liberación de péptidos opioides endógenos (encefalinas y endorfinas).
La música modula la respuesta al estrés: modifica la frecuencia cardíaca, la presión sanguínea, la temperatura corporal y la frecuencia respiratoria entre otras al modular las hormonas implicadas en la regulación del estrés: noradrenalina, cortisol, serotonina o la beta-endorfina.
También se ha podido observar que los conciertos en directo activan la vasopresina y la oxitocina, lo que incrementaría la sensación de pertenencia al grupo.
¿Qué puedo hacer para mejorar la contaminación acústica en la Clínica y reducir el estrés?
Una de las primeras acciones, a ser posible, podría ser la insonorización de las áreas post-quirúrgicas y de hospitalización. De esta manera limitas el ruido a un área concreta y los Veterinarios y ATVs encargados de estas áreas podrán disfrutar de un merecido descanso auditivo al salir de allí.
Una vez reducido el ruido, anímate a poner música suave o con sonidos de la naturaleza a través de un hilo musical.
Reduce el ruido insonorizando las zonas postquirúrgicas y de hospitalización y pon listas de reproducción de música suave o sonidos de la naturaleza en determinadas zonas de la clínica.
Como hemos visto antes, gracias a la música
- Puedes favorecer la relajación, la buena socialización y mejorarás la absorción de alimentos en las zonas de descanso.
- Puedes mejorar la interacción y la buena disposición en la sala de espera, limitando las ocasiones de conflicto con los clientes.
- Puedes ayudar a sobrellevar la carga en las zonas de trabajo más intenso y hasta favorecer la recuperación de los animales hospitalizados.
¿Y qué pasa con los olores?
¿Te suena la expresión huele a hospital? Es un olor típico de los higienizantes y desinfectantes hospitalarios. En el imaginario colectivo esta referencia remite a un lugar frío, aséptico e inhóspito y evoca sensaciones como el miedo, la alerta, la inseguridad, el dolor o la tristeza.
En el día a día de las clínicas veterinarias, a este mensaje olfativo le hemos de sumar toda la gama de olores que nos “acompañan” en nuestra profesión y que, por más que estemos habituados, nos producen desagrado como mínimo.
Puedes compensar esta amalgama de olores con difusores de aceites esenciales puros y de calidad. Por ejemplo, la lavanda, la naranja dulce y el ylang-ylang son aromas que favorecen la calma, la tranquilidad y la relajación.
¿Te animas a probar?
*Este artículo se ha redactado con el asesoramiento de la Dra. Eva Piredda, ex-veterinaria clínica y actualmente investigadora sobre los espacios que habitamos y su relación con el bienestar. Si te interesa saber más sobre ella, descubre su fascinante trayectoria en esta entrevista.